Cómo el tecnocapitalismo nos devuelve a la Edad Media: «Los oligarcas digitales son los nuevos señores feudales y nosotros, los sirvientes»

Imagínese subido a una máquina del tiempo a lo H.G. Wells, con ganas de retroceder a la Edad Media para darse un garbeo por la sociedad feudal. Nada más pulsar el botón para activar el fabuloso artilugio, cientos de lucecitas parpadeando le indican que ya está en marcha. No tarda en llegar a su destino pero, para su sorpresa, en lugar de viajar al pasado usted se ha visto transportado al mismísimo presente.

¿Un fallo mecánico? ¿Un controlador mal calibrado? ¿Un agujero de gusano desviado? Nada de eso. Una creciente ola de pensadores, provenientes tanto del liberalismo como de la izquierda tradicional, sugieren que la avería se encuentra más bien en nuestras sociedades democráticas, debilitadas ante los agigantados tecnotiranos de Silicon Valley y amenazadas por una inteligencia artificial cuyo desarrollo podría seguir socavando al Estado-nación tal y como lo conocemos.

A lo que surge de ese colapso ya le ponen nombre: neofeudalismo. Por eso, su imaginaria máquina ha decidido ahorrarle el viaje temporal. Si quiere una dosis de Edad Media, la tiene delante de sus narices.

Ahí tenemos, por ejemplo, al caballero andante Elon Musk: no lleva armadura, escudo o espada, ni vive en un castillo medieval, pero su influencia se hace notar en la escena internacional como si de un jefe de Estado se tratara. No comanda un ejército de alabarderos, y tampoco los necesita: él maneja satélites, naves espaciales, coches eléctricos, redes sociales y ahora a Grok, un chatbot de lo más sarcástico al que le pega ser el bufón de esta historia.

El celebérrimo dueño de Tesla es el prototipo de tecnoseñor feudal para quienes visualizan una involución de tintes medievalistas. Y junto a él, sientan en el trono a Bezos, Zuckerberg y otros emperadores de la era digital. Todos forman la oligarquía tecnológica que ya rige las voluntades de miles de millones de usuarios en internet, hasta el punto de que influyen en decisiones que antes sólo concernían a gobernantes elegidos en las urnas.

Fuente: elmundo.es

nacionescriba

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicar un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.