Buena Parada irse para estar volviendo…

Vuelvo al barrio después de algún tiempo y todo parece como detenido, aunque es una percepción y esa sensación de pretender que todo continúe como siempre. No sucede así. El reloj marca impiadoso su paso. No hay regresión. Entonces comienzo a sentir las presencias, pero sobre todo se notan mucho más las ausencias. Camino con el rocio de la mañana por sus calles húmedas de humedades añejas. Me detengo por unos minutos frente a las construcciones viejas. Aun en pie como sosteniendo un presente del cual no son participes. Esta realidad muestra la fortaleza de su alma de ladrillo y concreto. Parecen pedir que no se las olvide que venga alguien a revivirlas o a mantenerlas siempre. Así como los eucaliptos que piden no ser talados. Así como la primera escuela pidiendo ser recordada. Y Buena Parada tiene eso. El canto del agua que trae el rio. Los sauces como en un rezo se inclinan ante su paso lento y semiseco. Mas hojas que caen de los álamos vaticinando un pálido otoño y quizá un mas grisáceo invierno. En los costados de tus arterias los tamariscos intentan adueñarse y hermanarse para bloquear los caminos. Pero lo bueno es que se limpian los espacios para generar loteos. Esos nuevos emprendimientos familiares que serán viviendas vendrán con las esperanzas renovadas de aquellos que pretenden su propio techo. Camino un poco como pensando, quizá sintiendo a mi costado la voz de mi viejo. Un diletante de los mejores que conocí. Alguien con sentido de conjunto o de campo diría Bourdieu con un habitus enfocado en darle una mano al que menos tiene. Cruzo la plaza entonces siento esas discusiones casi intestinas para que el fútbol le ceda el protagonismo a un proyecto comunitario. Las actas de la junta vecinal. Las manos alzadas pidiendo por el espacio. Discusiones eternas con Roberto Agüero, Alberto Tonn, René Fernández. El primer plano. Miro los  juegos. Me quedo por un instante escuchando los trinos de los pájaros entendiendo de a poco la importancia de las instituciones como la Escuela 14, La Iglesia y el Club y que sería de este lugar si no estuvieran. Una tierra desconocida quizá. Tal vez un espacio a la vera de un rio que no tuviera ni siquiera respeto por su propia cultura, por su propio acervo. Albañiles en los techos. Hormigoneras encendidas para la mezcla. Humo aun de algunas chimeneas de las estufas hogar o de las cocinas a leña. Late el barrio y se despierta quizá con ese corazón humilde respirando el aroma a ladrillos quemados en las hornallas que se mezcla con la fragancia de las pichanas. Entonces el asfalto lleva y trae a la gente desde la Colonia al pueblo y viceversa. Más movimiento dependiendo de las cosechas. Firme y de pie frente al potrero giro y te veo estás ahí. Aunque te olviden los que te pidieron votos. Aunque no tengas un policía que cuide por las noches. Aunque seas quizá víctima de tu propia inacción y tu naturaleza sea por lo menos por estos tiempos esa. Más gente para la pala y los oficios y menos para utilizar lapiceras o nuevas tecnologías. Como los tiempos cambian y también cambiará la gente entonces comprendo que quizá en el futuro mejores cosas vengan. Dependerá de quienes comprendan la importancia que tiene este lugar entonces se contarán los relatos de cuando trabajaba con cierto esplendor “la tomatera” y vendrán a decir quienes cuenten la historia de todos los que vimos cómo se realizaba la faena diaria en el matadero. Que existió un loco lindo llamado José Miguel y que su casa tenía magia propia y que no se encuentran los motivos para entender como dejaron que se destruyera. Más allá de todo pretendo regresar cuando pueda e irme con un manojo de recuerdos para entender que si te vas de Buena Parada siempre estarás volviendo…

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