«Gusto a vida, olor a muerte»

Se convirtió de a poco en el baile más aclamado de todos los tiempos. Una danza que viene desde los costados de la aristocracia y que atraviesa su alma. De ahí abajo viene. Donde sobran las ratas y los olores nauseabundos. Nacido en la miseria. Arrabales. Gente sin futuro. Con la necesidad imperiosa de sobrevivir. Mezcla de perfume francés y tabaco. Marcada a fuego con la sangre de los muertos. Mujeres de todos. Noches como de cuentos. Ese baile nacido de las entrañas de un bandoneón y una bigüela resonó cada vez más fuerte, primero en los bodegones y luego en los más cosméticos salones. Busco en el imaginario frases como las que dicen que tiene gusto a vida y olor a muerte o quizá viendo el desfile de las inclemencias con mis pobres ojos llorosos y abiertos. Esa “cumparsita” que hoy escucho mientras escribo trae reminiscencias de otros tiempos. Se trata de un estandarte que agiganta el acervo cultural de nuestra República Argentina y una vez más queda de manifiesto el grito de los de abajo.  Aquellos que merecen una mirada mejor a la que hoy tienen. Es ahí donde se debe regresar siempre. Parafraseo a  Gardel finalizando el texto, como haciendo un ocho y pensando  en «vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez…»

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