Rebeldía y los amigos que quiero…

Es como una rara sensación la que viene a mis días. A veces recuerdo las charlas con mi viejo. Me decía siempre, yo podría haber sido, yo hubiera sido, a mí me hubiera gustado hacer esto o aquello. Me propuse no quedar en el intento. Fue pasando el tiempo.

Despacio y otras veces acelerando momentos. Un día de febrero mi padre se fue de esta tierra y pensé que todos diremos adiós en algún momento. No descubro nada. Solo expreso como ahora lo que me pasa. Lo que siento. El reloj que no se detiene va diciendo en un irremediable tic tac aprovecha los momentos! Viví desde hoy hacia adelante! Parafraseo a «Pepe» Mujica ante un auditorio repleto: “Soy un arbolito viejo que reverdezco con ustedes, jóvenes”. Habla el hombre sencillo, despojado, liviano de equipaje. Luego rompen los aplausos y los alumnos de pie. No pueden creer lo que ha dicho ese ser gigante, pero de cuerpo pequeño. Pero así las cosas señores. La vida tiene a veces más debes que haberes. Quería andar y anduve. Tal vez dando varios tumbos. Le di mi espalda a Diós muchas veces y me aferré a los mas paganos credos. Si me dieron cierta cuota de amor devolví distancias, pagué con boletos. Me fui una noche oscura. Llovían letras intermitentes. Me quedé sin papel y sin tinta. Camine por un desolado pizarrón. Siento que marche como escribiendo. Dormí entre diarios viejos e intenté taparme con noticias que ya se dieron. Entonces nació de golpe una rebeldía. Como la de Carl Marx contra el sistema. Estructura y Superestructura. Pretendo por momentos pensar como Maquiavelo en su consejo: “leer los ejemplos de la historia y estudiar las acciones de los hombres más ilustres». Estoy en ese tránsito. Sin correr rápido. Ahora que hay cierta calma vienen a verme tan reales Weber, Durkheim, Foucault, Derrida, Nietzsche, Deleuze, Gramcsi y Giddens entre otros. No lo tomen a mal pero son los amigos que quiero…

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