Me atrevo a tomar prestado un texto escrito desde el sentimiento, pido permiso con la timidez del copión mediocre en el que a veces uno se convierte cuando no sobran las palabras cuando yacen a un costado como esperando su turno para aparecer las pocas y contadas ideas, cuando las lágrimas enseñan al ser humano participando de ciertas angustias, valederas por cierto y aquí la realidad encuentra temerosas las frases que se expresan como pidiendo permiso en voz baja…Marito Rubio andará quién sabe porque nube intentando combatir los incendios en los campos del más allá o quizá mitigando para cuando nos toque hacer más llevaderas las flamas que se avecinan en nuestro merecido infierno…
Lo recuerdo entre otras cosas como un pibe callado, buen compañero de esos que no renegaban por nada y siempre sonreían, un mate, una charla a lo mejor un cigarrillo, pequeños tesoros de tiempos ya vividos, pero la idea de este post es simplemente decir que ahora junto a «Chimango» Dilschneider y otros tantos héroes podrán compartir las guardias eternas…
Hugo Gonzalez Crespo escribía el texto que pensé en compartir con ustedes:
«Sabés que es lo que más me molesta de todas estas vueltas que me hacen dar? Qué se cagan en los Bomberos, porque no solamente que no puedo trabajar en la obra sino que tampoco puedo salir normalmente con la dotación!»
Se había quebrado un brazo por llegar rápido al toque de sirena.
No importaba para qué, pero el asunto es que había que estar urgente para quien llamara, y ese resbalón…
Marito, carajo…
Después iba a haber tiempo para seguir en la obra.
Porque era albañil y de su laburo salía el morfi para su mujer y los tres chicos.
Pero se quebró y le dieron tanta vuelta…
Marito era de los que respiraba y sudaba con aire y olor a cuartel, a emergencia, a solidaridad…
Y se hacía tiempo para pasear con los suyos, para compartir.
«Dejame que manejo yo», le dijo al chico Jorge Mesa, mientras Alberto y Jony Uribe y Raúl Giménez compartían la maniobra.
Porque había que llegar rápido a la zona del Meridiano, dónde trabajaban duro sus compañeros para atender el fuego en el campo de vaya a saber quién.
Iban fuerte? Es probable.
Pero nadie imaginó que ese chancho de mierda se iba a cruzar…
El resto de los muchachos, en distintos niveles, la pasaron mal.
Pero Marito, otra vez, llevó la peor parte.
Otra vez el dolor, pero esta vez el de sus chiquitos y su mujer.
Ahora la ola de preguntas, reflexiones y qué sé yo cuanta cosa más.
Pero ahora, como única cosa, lo cierto es que Marito no estará más ni en su casa, ni en la obra, ni en el cuartel.
No más.
Qué dolor, la puta madre…
Abrazo, maestro.
Abrazo grande.
Te vamos a extrañar.
NdR: en el dolor acompañando a la familia de Mario Rubio y a toda la hermandad bomberil de nuestra provincia de Río Negro y el país…
Huf después d 2 años leer esto la verdad q es duro . Soy su hna y me enorgullece ver lo q mucha gente piensa de el. Xq es tal cual se lo describe simplemente gracias