Farida se ha convertido en la bebé más famosa de Ghana por un día, aunque ella, a sus cuatro meses de vida, no tiene ni idea de la atención que ha atraído por algo tan rutinario, y para ella doloroso, como un pinchazo en el muslo. La niña comparte los brazos de su madre, Sania Mama, con su gemelo Farid. «Están bien de salud, he venido al hospital para vacunarlos», explica la progenitora. Van a ser inmunizados con la pentavalente, un combinado que protege de cinco enfermedades: la difteria, el tétanos, la tosferina, la hepatitis B y el Haemophilus influenzae de tipo B, que causa neumonía y meningitis. Sentada en un banco de madera a la sombra, Sania aguarda con sus dos hijos y una amiga a que llegue su turno en una de las salas de espera del hospital público de New Tafo, en el distrito este de Ghana.
En estos días de celebración, New Tafo está en el foco de todos los medios de comunicación nacionales y algunos internacionales porque en este hospital se muestra por primera vez la puesta en marcha de una nueva estrategia del Gobierno: la incorporación de drones al sistema público sanitario para realizar envíos de medicinas y sangre a todo el país. Por semejante novedad en Ghana, hoy es noticia Farida, la primera niña inmunizada con una vacuna enviada con un dron.
Los cuatro centros de abastecimiento operarán 24 horas al día, siete días a la semana. Cada uno de ellos está equipado con 30 drones que hará entregas a 2.000 hospitales y ambulatorios que atienden a 12 millones de personas, casi la mitad de la población del país. Según Zipline International Inc., la compañía de logística californiana que ha impulsado este sistema, los cuatro centros juntos pueden realizar hasta 600 vuelos de entrega por día y cada dron es capaz de transportar 1,8 kilos de peso con una autonomía de 160 kilómetros. Con esta infraestructura se cubrirá alrededor del 80% del territorio del país. La idea es que con los años se amplíe y se llegue a la cobertura total.
Esta red de aviones no tripulados se ha integrado en la cadena nacional de suministro de atención médica en Ghana y, además de ayudar a prevenir el desabastecimiento de vacunas en los centros de salud, ahorrará costes en el transporte porque solo hace falta electricidad para cargar las baterías de los drones. Por otra parte, los envíos se realizarán por encargo, es decir, únicamente cuando se necesiten medicamentos, con lo cual se evitará que las medicinas caduquen en los hospitales.
Su aplicación más anhelada, no obstante, es en urgencias. Dos días antes del lanzamiento oficial de esta estrategia, en el hospital de New Tafo ya se salvó la vida de Charles Coffie, un hombre de 44 años que ingresó tras sufrir un accidente de motocicleta. Hubo de entrar a quirófano y en 20 minutos los médicos tuvieron a su disposición dos bolsas de sangre que fueron transfundidas inmediatamente al paciente. Antídotos contra veneno de serpientes o antirrábicos son otras medicinas que suelen necesitarse de manera urgente y no siempre están disponibles. «Creo que este sistema nos va a ayudar a reducir la mortalidad materna, pues una de las cosas imprescindibles para conseguirlo es tener los productos y medicamentos necesarios en el momento necesario», afirma el doctor Kobna, director del hospital. «Hablo de sangre y derivados, así como medicamentos como el ácido tranexámico para detener hemorragias, por ejemplo, en mujeres que han dado a luz». Este médico afirma que hasta ahora los pedidos tardan como mínimo dos o tres horas en llegar. Más de 150.000 mujeres mueren por hemorragia al dar a luz cada año, el 99% de ellas en países en desarrollo, según la OMS.
En el ámbito sanitario y, en concreto, en el de la vacunación, los logros también son equiparables a los desafíos: al adherirse a los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015 se comprometieron entre otras metas con la número 4: reducir la mortalidad infantil. Y si bien el país lanzó su primer plan de vacunación en 1978, la mejora en la cobertura ha sido notable desde que en 2012 implementaran el Plan Mundial de Vacunación de la OMS. Ya se ha logrado inmunizar a más del 90% de los niños de la mayoría de enfermedades peligrosas pero prevenibles con vacunas, según datos de la propia OMS y de Unicef de 2017, pero esta última organización también indica que la tasa de mortalidad de niños de menos de cinco años ha pasado de los 126,5 por cada 1.000 nacidos vivos de 1990 a los 49,3 de 2017. Por comparar, en España son 3,3 por cada 1.000.
El uso de drones con fines humanitarios, y en concreto sanitarios, no es nuevo. Vanuatu pasó a la historia en diciembre de 2018 por ser el primer país en el que se mandó una vacuna a una zona remota, según confirmó Unicef. En Ruanda, sin ir más lejos, Zipline envía el 65% de la sangre que se transfunde en el país desde 2016. Pero en este caso, Ghana es pionera por ser la primera vez que se brinda un servicio regular y estructurado para todo el país «llueva o haga sol», tal y como describen los de Silicon Valley.
Mientras que el Plan Nacional de Vacunación preveía un presupuesto de 264 millones de dólares para toda la cobertura de vacunación del país entre 2015 y 2019, de los cuales Gavi aportaría el 54% (142 millones), en esta estrategia nacional con drones el Gobierno pagará a Zipline 12 millones de dólares para que preste el servicio durante los próximos cuatro años. La iniciativa, que también ha sido apoyada por Gavi, la Fundación UPS, la Fundación Gates y los laboratorios farmacéuticos Novartis y Pfizer, se aprobó en el Parlamento con 102 votos frente a 58 a pesar de las críticas del principal partido de la oposición, que cree que el país tiene necesidades más urgentes que esta, como por ejemplo ambulancias. Según la BBC solo hay 55 en todo el país.
«Hace un año estaba en mi oficina cuando un hombre joven llegó, se presentó (era Keller Rinaudo, CEO de Zipline) y me dijo lo que hacían. Lo encontré excitante e interesante. ‘¿Cómo lo hace?’, le pregunté». Así se inició una serie de conversaciones entre ellos y el ministro de Salud (rebautizado ministro de los drones) y de visitas a Silicon Valley y a Ruanda después. «Fue exactamente el 26 de abril de 2018 a las dos de la tarde cuando firmamos el acuerdo de entendimiento para empezar. En 363 días hemos sido capaces de lanzarlo», dice Nsiah-Asare.
El centro de abastecimiento con drones de Omenako, en el Este de Ghana, es el primero que se ha puesto en marcha en el marco de la nueva estrategia del Ministerio de Salud para hacer llegar medicamentos y sangre mediante aviones no tripulados. Esta nave cuenta con un equipo de 17 personas, ocho hombres y nueve mujeres. Seis de ellas son ingenieras de distintas disciplinas de entre 22 y 29 años y se llaman Ethel Anyaah, Mavis Acheampong, Georgina Wilson, Eugenia Adoh, Yvonne Aglah y Josephine Fianu (las cuatro últimas, en la imagen). Es un equipo de trabajo que no solo cumple las cuotas de paridad sino que las supera. «Es muy excitante formar parte de un proyecto que va a salvar vidas con nuevas tecnologías, es un fenómeno», expresa Wilson. Las chicas ven este empleo como una oportunidad para dar ejemplo a otras niñas, para demostrarles que pueden ser lo que quieran.
Las ingenieras empezaron a trabajar en las primeras pruebas con drones a principios de año y, pese a su formación, nunca habían trabajando antes con drones, así que hubieron de realizar una preparación previa, aprender de cero. Es un trabajo intenso que realizan por turnos las 24 horas del día, siempre a punto para atender una emergencia. Y se encargan de cualquier labor: desde reemplazar baterías hasta reparar los drones en caso de avería. «Realizamos labores de mantenimiento y certificamos que los aparatos están en perfecto estado. Si un dron se rompe, nosotras lo arreglamos», explica Adoh.
En medio de todo el revuelo, Farida mira sin mucho interés a las docenas de periodistas congregados a su alrededor cuando la enfermera Gladys se dispone a inyectarle la vacuna pentavalente. Minutos antes del jeringazo, uno de los drones ha sobrevolado el hospital a unos 50 metros de altura y ha dejado caer un paquete sujeto con un pequeño paracaídas en el lugar previsto: un solar rectangular de hierba de unos 30 metros cuadrados. Cuando toca tierra, una auxiliar del hospital recoge la mercancía, la lleva a la sala de espera, donde un grupo de sanitarios la abre y muestra a los reporteros con gran ceremonia todo el contenido. La enfermera Gladis prepara la dosis. y se la inyecta a una desprevenida Farida en el muslo. Ella rompe a llorar, la madre sonríe con cara de circunstancias y acuna a la pequeña. El personal sanitario se enorgullece de la hazaña y mientras, y docenas de flashes inmortalizan la escena.
Con esta presentación, no es de extrañar que al día siguiente de la vacunación de Farida, el lanzamiento oficial de la iniciativa fuera una auténtica ceremonia institucional. Tuvo lugar en el primer centro de abastecimiento que se ha puesto en marcha, el de Omenako, en la región Este, y acudieron el vicepresiente del Gobierno, Alhaji Dr. Mahamudu Bawumia; el ministro de Salud, Kwaku Agyeman-Manu; del rey Okyenhene; el CEO de Zipline, Keller Rinaudo, y multitud de representantes políticos del país y líderes comunitarios. «Ghana tiene que mostrar al mundo que esto es posible, el mundo está mirando», animó Rinaudo durante su intervención.
Música, discursos, vecinos arremolinados en torno a las carpas bajo las que se sentaban los invitados… Fueron más de tres horas de presentación en las que todas estas personalidades políticas cortaron la consabida cinta para dar por abiertas las instalaciones, observaron cómo los operarios cargaban los drones, cómo estos iban y cómo volvían. Aplausos, suspiros de admiración, y buenos propósitos de futuro para un proyecto que enorgullece al país y que lo pone a la cabeza de la innovación médica. «Nadie en Ghana debe morir porque no puede acceder a los medicamentos que necesita en caso de emergencia», declaró el presidente de la República, Nana Akufo-Addo. “Cada vida en este país es preciosa». Esta vez, Ghana no trata de estar a la altura de otros países desarrollados; en este caso ha tomado la delantera. Ahora le queda por demostrar que es capaz de mantener el sistema en funcionamiento, pero ya ha dado el primer paso. / Fuente: El País