Sin quita de capital ni de cupones de intereses, el canje anunciado por el Gobierno procura ser «amigable» con el mercado. Si sale bien, los inversores solo sufrirán un alargamiento de plazos para cobrar, lo que representa el mal menor. Es decir: es el mejor escenario posible en medio de fuertes tensiones financieras y cambiarias que atraviesa la Argentina.
El precio actual de los bonos, tras el tremendo derrumbe sufrido post PASO, ya presagiaba un escenario de reestructuración de la deuda o, cómo prefirió ayer expresar el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, un «reperfilamiento» de plazos.
La clave del canje que se buscará llevar adelante con el visto bueno del Congreso es despejar los vencimientos de corto plazo que tiene por delante la próxima administración. El más importante es el del Bonar 2020, que obligará a pagar cerca de USD 2500 millones en octubre del año próximo. Si se logra una buena aceptación a partir de las nuevas condiciones propuestas, el panorama de los futuros vencimientos quedaría muy despejado para el próximo gobierno, al menos en materia de vencimientos de deuda.