«Espíritu Mallinero»

El culpable sería Aurelio. Lo señalan así al hombre que se acerca en bicicleta. Quién tuvo la idea. Aquel quién junto a sus hermanos soñó quizá con generar un espacio para poder jugar. Seguramente proyectaron una canchita. Detrás de su casa en el barrio Mallín. Todo monte. Del bravo. Rebelde y difícil de conquistar. Pero desde ahí como en un resumen rápido nace la idea. Primero un equipo de fútbol barrial, habrán pasado quizá muchos torneos, triunfos y derrotas. De a poco la idea crecía siempre al costado de la casa paterna de los Mansilla. Entonces fue creciendo el proyecto y también continuó la vida. Llegó la oficialización y como fecha fundacional se determinó un día del año 1986. Cuando Maradona apilaba ingleses. Cuando el mundo por segunda vez se rendía a los pies del fútbol criollo. Se podría inferir que su nombre intenta dibujar un espacio verde, un humedal de zona de tierras bajas. Por otra parte está la fuerza. Permitan a quien suscribe arriesgar que se trata de “la fuerza del mallín”. Más que nada un club hecho con mucho sentido de pertenencia. Los colores por qué? Recuerda Fernando que alguna vez hubo que ir a comprar un juego de camisetas. Era el color que quedaba o por lo menos que había en ese momento. Así se decretó que fueran el amarillo y el verde la identificación primaria. Hoy hablamos de la Asociación Civil y Deportiva “Mallín Nehuen”. Llegamos a Maquinchao para construir una suerte de puente, después de un poco de más de tres horas de viaje. Desde el minuto uno nos sentimos como en nuestra propia casa. El agradecimiento y la emoción de cada socio o simpatizante porque los medios de prensa relatarían un partido. Frío. Sol de a ratos. Nubes amenazantes y el viento. No hay piedad. Entonces los cuerpos que se adaptan. Rionegrinos de pura cepa. Del interior profundo de la estepa. Las banderas flamean desde temprano en las viviendas, en el ingreso a su predio que aún no tiene un nombre pero que lo tendrá seguramente. A un costado la construcción,  infraestructura que adivina baños, vestuarios para locales y visita tal vez oficinas. Tomamos unos mates. Calentamos el agua en la casa de la abuelita que no es nada más y nada menos que la mama de Aurelio y Fernando. Seguramente el tesoro más preciado de toda esta gran familia. Estamos en su casa. En su tierra. Una hermandad silenciosa y humilde. Se percibe en  cada jugador, cada hincha, cada colaborador. Lo veo llegar con paso firme y serio a “Cigandita” el dt está temprano. Porque en estos espacios no solo es táctico, es delegado e integrante de la comisión. Se va llenando la cancha. Nos dicen que esa responsabilidad es un poco nuestra. Hermosa culpa. Si logramos que más gente venga y que le sume al club.  Seduce el aroma a “chori” y el humo que se eleva para darle otro tono a la fiesta. Pocos lo resisten. Locales y visitantes. Un mordisco. Piernas abiertas y esa posición de reverencia casi. Así no se mancha la ropa. Termina el partido. El «amarillo» será representante en el Torneo Regional Federal Amateur. Después el viaje, el regreso, la reflexión, las vivencias. Se quedó dormido “Maxi”. Martín maneja. Quizá siente la misma emoción. Compartimos los agradecimientos, las acciones y los gestos. Recorremos la ruta. El mate siempre. Los análisis. Los goles que no se hicieron. Fútbol en estado puro. El áspero. Pura sangre. Se juega acá o un poco mas allá. Sería todo terreno. Genuino. Jugado lejos de las grandes luces. Larga vida al campeón! Que se sepa en todos lados que existe un club en el “maguen chawe” y una fuerza tal vez sobrenatural como el “espíritu mallinero”.

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